DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
25 de Noviembre



Con motivo de la celebración del Día Internacional contra la Violencia de Género, me permito compartir un artículo que publiqué en la Revista de la AEEM (Asociación Española para el Estudio de la Menopausia), en relación a la celebración del Día Internacional de la Mujer (8 de Marzo), mientras reflexiono sobre lo poquito que aún tenemos que celebrar las mujeres....



La AEEM recuerda el Día Internacional de la Mujer

Ana Rosa Jurado. Médica. Sexóloga.
Miembro del Grupo de Sexualidad de la AEEM.
Secretaria del Grupo de Sexología de SEMERGEN.
Miembro de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual.
Marbella. Málaga

“Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras”1.

Cuando Clara Campoamor dirigía estas palabras a sus compañeros parlamentarios, la mujer podía ser elegida para formar parte del escenario político, pero no podía votar. Ni tan siquiera algunas de las mujeres más influyentes de la época, como su amiga y también parlamentaria Victoria Kent, creían conveniente que el sexo femenino ejerciera su derecho al voto. Según Victoria, y muchos otros, las mujeres no estaban lo suficientemente “formadas” para que su voto fuera tomado en consideración; podría ser un voto que recargara la derecha por ser “extremadamente influenciable” por la Iglesia Católica… Afortunadamente, sus argumentos no fueron lo suficientemente válidos como los asombrosa y naturalmente aplastantes de Clara a favor del sufragio universal, y en 1931 se aprobaba definitivamente el derecho al voto de la población femenina, la gran olvidada mitad de la humanidad.

Por fortuna, Clara Campoamor tuvo un rostro y se revelaba. Aún produciendo recelos y rechazos, no se vio en la necesidad de emigrar hasta que no estalló la Guerra Civil en nuestro país. Pero esto le ocurrió a la mayoría de los políticos destacados de la época anterior, fueran o no del sexo femenino. …Den por hecho que no creo que exista suficiente reconocimiento para su obra, por muchas calles, colegios, asociaciones, premios y buques de salvamento que lleven su nombre…  

Lo que yo quiero destacar es que no todas las grandes mujeres de nuestra historia han tenido la posibilidad de tener una cara, una vida pública o un mínimo reconocimiento del resto. En el siglo XIX, por ejemplo, una de las más brillantes escritoras, Mary Ann Evans, tuvo que ocultar bajo un seudónimo masculino, George Eliot, gran parte de su obra, pues eran pocas las mujeres de su época que podían atreverse a ser algo más que escritoras románticas, muchas menos las que osaban ser racionalistas, cuando por cuna deberían ser dogmáticas, y muchas, muchas menos las que, en contra de la moral victoriana, se atrevían a convivir durante casi 20 años con un hombre no divorciado.

Aún así, Mary Ann fue nombrada y reconocida por escritoras contemporáneas como Emily Dickinson y posteriores como Virginia Wolf, y forma parte del elenco de mujeres que de alguna forma han trabajado por el feminismo… Existen otras que no tienen nombre, ni apellidos, ni reconocimiento posible, salvo que alguien cercano tenga la oportunidad de contar su historia.

Fatema era feliz. Tenía 35 años, una gran casa con piscina cerca de la frontera, una hija, dos hijos y un marido que la cuidaba. En su casa, dentro del jardín, podía ponerse traje de baño en verano y soñaba con enviar a sus 3 hijos a la universidad algún día, porque los negocios no iban mal. No escribió ningún libro, ni hizo ningún manifiesto, ni salió en ningún medio de comunicación, ni siquiera cuando perdió la vida al enfrentarse a su marido para intentar evitar la ablación de su única hija. Tampoco salió su nombre en ningún procedimiento legal, pues su marido no ha sido procesado, ni lo será….

La última vez que vi a Fatema fue hace 3 meses; alguien me contó su historia 3 días después. Curiosamente me vino su imagen a la cabeza cuando el pasado día 8 de Marzo escuché un comentario de una de mis compañeras que decía: “¿no nos pondremos algo pesadas las mujeres con eso de tanto hablar del día de la mujer?”…


1.- El voto femenino y yo: mi pecado mortal. Clara Campoamor. 1935. Editorial Horas. Madrid 2006, p 107